Que iba uno andando y le paraba el maquinista y le decía súbase usted. Dice no, que llevo prisa.
Así recuerdan los madrileños sus primeros viajes por el subterráneo. Hoy el metro de Madrid está de aniversario. Cumple 90 años. En el gran ojo que todo lo ve, en su centro de control está nuestra compañera, Jara Abella. Jara, un centro de control que abre las puertas en contadas ocasiones, ¿no?
Pues sí, ésta sin duda lo es, porque 90 años no se cumplen todos los días. Un metro casi centenario que se controla desde aquí, desde este puesto de mando por pantallas que controlan y registran los movimientos de los 335 trenes que funcionan a la vez a diario en la ciudad de Madrid. Hoy, éste es el tercer subterráneo más grande del mundo por kilómetros de vías, pero como pueden imaginar no siempre ha sido así. Desde luego no lo era hace 90 años. Repasar su historia es también echar un vistazo a la historia de esta ciudad, de Madrid y de sus habitantes. Es un viaje en el tiempo que comienza en 1919.
La historia del metro es la del empeño de tres hombres. Los ingenieros Miguel Otamendi y Carlos Mendoza y el Rey Alfonso XIII que aportó los fondos necesarios para abrir el lustroso y moderno metropolitano. Los madrileños lo recibieron con chascarillo y escepticismo.
Parecía una broma... O parecía algo mágico. De hecho, las primeras crónicas que puedes leer del día de inauguración te hablan de esa sensación mágica.
El metro siempre ha corrido paralelo a la suerte de los madrileños. Se paralizó como el país al principio de la guerra civil y sirvió de refugio durante los bombardeos a la capital.
La fotografía del metro es un collage de historias humanas, de usuarios y trabajadores como Javier que hizo aquí la mili y lleva ya 25 años.
Los primeros viajeros son los del trabajo. Luego están, a partir de las ocho y media... ya es casi todo mujeres y luego ya estudiantes.
Dicen que es imposible encontrar un público más variado y un escenario más original. También pasan medio día bajo tierra.