La risa ha sido siempre un recurso fácil para humanizar a los animales. Creemos que es una característica que nos diferencia claramente de ellos y al dotarles de risa los hacemos menos amenazadores.
Pero, ¿los animales realmente se ríen? Se ha descubierto que las ratas cuando juegan o cuando se les hacen cosquillas emiten ultrasonidos con patrones muy parecidos a los nuestros y hay evidencias anecdóticas de que otros animales sociales como los cánidos podrían tener una forma de comunicación similar asociada al juego.
Sin embargo, es en el grupo de los primates donde observamos dentro de un contexto muy definido un comportamiento similar a lo que nosotros conocemos como risa. Sabemos que los simios de todas las edades se ríen en condiciones que también producen risa en los humanos como las cosquillas y los juegos. Muestran una combinación característica de expresión facial y patrones de sonidos. Incluso tienen los mimos puntos de cosquillas que nosotros. Y sin embargo, la risa de los chimpancés, parecida a un jadeo, tiene un sonido completamente diferente de la nuestra. Pero, ¿qué significa que comportamos las cosquillas con los primates? La idea que más fuerza está ganando es que la risa en respuesta a las cosquillas es una manera que tienen dos individuos de probar la confianza el uno en el otro. Aunque las cosquillas nos incapacitan y nos ponen a merced del otro individuo, respondemos con unas señales inconscientes e involuntarias que indican que lo estamos pasando bien. Reírse es una muestra de confianza, una señal fiable de que entendemos que el ataque no es real.
Que comportamos la risa con los primates podría evidenciar que surgió mucho antes de que los humanos apareciésemos en escena. Más tarde la evolución marcó la diferencia. Nosotros podemos hablar y reír a carcajadas porque podemos cortar a voluntad el aire que expulsamos de los pulmones. Esto se debe a que podemos sostenernos sobre dos piernas ya que cuando un animal anda a cuatro patas el ritmo de la respiración debe de adaptarse al ritmo del paso. Los humanos cuyas extremidades superiores no tienen que soportar peso pueden respirar libremente. Es probable que no lográramos el control neuronal de nuestras exhalaciones hasta después de ponernos sobre dos piernas. La primitiva risa jadeante evolucionó entonces en un código de sonidos más rico y complejo y pudo ser una de las formas de comunicación que dieron lugar al lenguaje humano.